Vulnerabilidad económica y social de los pequeños productores tabacaleros en la Provincia del Chaco
Resumen
del tabaco en un país o en una región de
un país se ha evaluado en dos tipos distintos
de estudios. Algunos estudios han señalado
que la industria tabacalera ha generado millones
de puestos de trabajo, lo que implica que
una reducción del consumo de tabaco tendría
como consecuencia la pérdida de muchos
empleos. Otros estudios, que asumen una
economía dinámica con un ajuste entre las
industrias, han demostrado que habría una
repercusión negativa de poca relevancia o incluso
una ganancia de empleos si el tabaco se
eliminase de la economía (FAO, 2003).
Los estudios que han calculado el empleo
bruto relacionado con la industria tabacalera
utilizando un modelo macroeconómico
o técnicas contables, han estimado el número
de puestos de trabajo relacionado directa o
indirectamente con la industria tabacalera. En
el empleo directo, figuran aquellos empleos
de los sectores básicos de la industria tabacalera:
el cultivo de tabaco, la fabricación de cigarrillos,
y la distribución y venta al por menor
de cigarrillos. Ahora bien, frente a esta
discusión acerca de los empleos e ingresos
económicos, la OMS sostiene que en el año
se producen aproximadamente entre cuatro y
cinco millones de muertes a causa del consumo
de cigarrillos. Las enfermedades relacionadas
con el tabaco suponen un gasto importante
para los servicios de atención sanitaria
de todos los países, y las enfermedades y
muertes producidas son una causa seria de
pérdida de aportación a la población activa.
Sin embargo, el tabaco realiza a su vez una
importante contribución a los ingresos y la
seguridad alimentaria en el sector agrícola de
los países productores.
Según la literatura revisada, a nivel internacional,
el tabaco es un cultivo con tendencia
declinante en el mediano y largo plazo,
por cuanto las campañas antitabáquicas se
han afianzado y adquirido nuevo impulso en
el último lustro. Motivadas en cuestiones de
salud pública e individual, acciones de diferentes
gobiernos establecen prohibiciones de
ejercer el hábito de fumar en lugares públicos,
a la vez que desestimulan el desenvolvimiento
de las distintas fases de la cadena
productiva, en particular a través de una sobrecarga
impositiva.
Pese a esta circunstancia, el tabaco es
un cultivo comercial que, con la intervención
activa de la industria tabacalera, se ha hecho
más atractivo para los agricultores; en la Argentina
el tabaco continúa siendo una producción
regional de gran importancia para
amplios sectores sociales.
En las economías de las provincias
productoras de este cultivo tiene apreciable
importancia, tanto desde el punto de vista del
valor de la producción como por su relevancia
en el empleo. Genera ingresos en pequeñas
parcelas de terreno, ofreciendo ingresos
cuatro veces mayores que cualquier otro cultivo,
y emplea mano de obra familiar, lo que
representa más del 50 por ciento de los costos
de producción. La producción de tabaco
tiene un efecto social positivo, combatiendo
así el éxodo rural, fundamentalmente en lo
relacionado con los productores del tabaco
rubio.
Otra es la realidad de los productores
de tabaco negro criollo. Hoy existe un número
importante de minifundistas que se dedican
a este cultivo, quienes no pueden vender
la cosecha por falta de un precio justo. Ellos
no desconocen que en la actualidad no es
buen negocio el tabaco negro; asimismo reconocen
que este no es un problema nuevo,
por inclusive cuando el tabaco negro tenía
demanda en el mercado, el productor era el
que menos ganaba, malvendía o vendía a plazo,
quedando cautivos y sometidos a un sistema
donde la intermediación se queda con la
parte más onerosa del negocio.
A pesar de la poca rentabilidad de la
producción, estos pequeños tabacaleros siguen
quedando en el campo, apostando al
trabajo, donde el tabaco exige el máximo de
los esfuerzos y sacrificios. En estas circunstancias,
estas familias son empujadas hacia
una mayor pobreza y a la más severa exclusión
social.
Pese a ello, la actividad tabacalera representa
una importante actividad social, por
cuanto el cultivo del tabaco presenta una
demanda de mano de obra significativa.
Podríamos decir que estamos ante la presencia
de una actividad artesanal, dado que tanto
la siembra como el transplante se realizan
manualmente, se desflora planta por planta y
se cosecha también en forma manual, seleccionando
las hojas maduras; los procesos
posteriores de estufado y clasificación se realizan
hoja por hoja. Estas características determinan
el asentamiento de un importante
número de población rural que demanda una
significativa estructura de servicios, situación
que va conformando una alternativa de permanencia
y desarrollo de la población.
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