Catolicismo y política en el Chaco : el rol de monseñor De Carlo durante el primer peronismo
Resumen
La historiografía sobre la Iglesia Católica en Argentina se ha multiplicado en las últimas décadas y en ese conjunto se destacan
aquellos trabajos que se orientaron a indagar sobre las complejas relaciones que se establecieron entre la Iglesia y el peronismo.
Los resultados a los que han arribado esos estudios permitieron demostrar la importancia que adquirió este vínculo, por lo
entendemos que es clave indagar en la actuación de los representantes de la Iglesia Católica durante el proceso de formación del
peronismo chaqueño.
En ese marco, nos proponemos analizar el rol de monseñor Nicolás De Carlo, quien ocupaba el lugar de primer obispo de
Resistencia cuando el peronismo accedió al poder en 1946. Consideramos fue una figura clave en el proceso de construcción del
peronismo chaqueño, no por su participación específica en la formación partidaria sino por el esfuerzo que hizo en la generación de
un clima favorable al peronismo en el territorio y su papel de intermediación ante las autoridades nacionales.
Trabajamos con fuentes oficiales provenientes del Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la Nación, como cartas,
telegramas, decretos y expedientes. Además, consultamos documentos de la Iglesia Católica disponibles en el Archivo del
Arzobispado de Resistencia, como la colección de la revista Acción Chaqueña y correspondencia oficial del obispo de Resistencia
entre los años 1943 y 1951. Realizamos la interpretación de las fuentes con bibliografía de referencia sobre el período como la obra
del historiador Loris Zanatta, que plantea la hipótesis del “mito de la nación católica” con la cual buscó explicar la particular relación
que se estableció entre la Iglesia y el Estado argentino durante la primera mitad del siglo XX y allí incluyó el vínculo con el
peronismo. Por su parte, Lila Caimari afirma que la aproximación original entre Iglesia y peronismo se produjo porque las
necesidades de ese primer peronismo se identificaron originalmente con las demandas de la Iglesia, necesitada de un apoyo
institucional que Perón estaba deseoso de otorgar a cambio de un sustento político. Susana Bianchi señala que estas relaciones
inevitablemente terminarían en una confrontación, pues ambos buscaban controlar bajo su propia órbita a toda la sociedad. Por
último, Miranda Lida señala que las relaciones entre Iglesia y peronismo estuvieron llenas de matices y de grises y que la Iglesia se
vio sobrepasada por la enorme capacidad que demostró Perón para movilizar a las masas.
Cuando se produce la llegada del peronismo al poder, el obispo De Carlo llevaba varios años de acción social y apostólica, por lo
que las buenas relaciones entre ambos surgieron desde el principio. Pudimos reconstruir algunos momentos previos de dicha
relación, por ejemplo, desde el gobierno de la “revolución del 4 de junio de 1943”, hasta el final de la primera presidencia de Perón
en 1951, que es el año en que muere
De Carlo.
Como conclusiones preliminares debemos señalar que la relación entre la Iglesia y el peronismo fue muy compleja. Desde una
perspectiva más acotada como es la biografía de un actor central de esa relación, como lo fue De Carlo, intentamos dar cuenta, a
partir del análisis de la labor llevada adelante por el obispo, de los rasgos específicos que asumió esa relación en un territorio
periférico como era el Chaco a mediados del siglo XX. Cuando Perón accede al gobierno, De Carlo llevaba una década trabajando
pastoralmente en su diócesis con un estilo fuertemente centrado en lo social. Su obra y el discurso que la acompañaba resultaron
coincidentes con lo que vino a imponer luego el peronismo. La relación planteada entre Perón y De Carlo se produjo en principio en
el plano social, ya que existió una imbricación entre las obras del obispo y del gobierno. Por otro lado, observamos una fuerte
colaboración por parte de la Iglesia con todas las iniciativas políticas planteadas desde el gobierno (sanción del voto femenino, censo
nacional, elecciones, provincialización). Como consecuencia, el obispo fue cumpliendo un rol de intermediario o incluso de
representante del gobierno en el territorio, situación que puede comprobarse a partir de los numerosos pedidos de audiencia con el
presidente, su esposa o los ministros, que se canalizaban por medio del obispado. Creemos que este rol se equiparó o incluso
superó al papel jugado por los funcionarios de la administración territoriana o los dirigentes partidarios. Por momentos parecieron
confundirse los límites, alcances y funciones específicas del peronismo en el gobierno y de la iglesia chaqueña. La llegada del
peronismo planteó así una serie de tensiones y contradicciones en los actores sociales y políticos de la época, que el caso de
Monseñor De Carlo refleja con claridad. Un obispo que debía obediencia a la jerarquía eclesiástica y que demostró una vocación
social desde los inicios de su labor pastoral, se vio interpelado por los principios postulados por el peronismo.
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