Actualización y formalización en la filosofía del conocimiento del empirismo trascendental de G. Deleuze
Resumen
La presente comunicación tiene como objetivo contribuir a la reconstrucción de la concepción de conocimiento localizable en las
obras de G. Deleuze a través de un análisis de dos dimensiones que integran el procesos cognoscitivo: la vertiente
matemático-lógica y la vertiente estético-biológica. Una exploración por los supuestos e implicancias de las distinciones e
interacciones de ambas dimensiones podría aportar a una caracterización del papel sincrético propio del pensamiento deleuziano. En Diferencia y repetición, Deleuze señala que el objeto de conocimiento no son los estados de cosas sino las realidades virtuales.
En lo relativo a lo que podría llamarse la dimensión biológica que plantea este sistema, Deleuze afirma que lo virtual es la instancia o
espacio complejo del cual derivan las formas y organismos estabilizados. Las virtualidades no se encuentran privadas de una
objetividad determinable pese a la multiplicidad que las compone. Es a partir de esa realidad que se produce entonces la existencia,
conforme con un tiempo y con un espacio inmanente a la Idea. En lo relativo a la vertiente lógica de esta cuestión, Deleuze indica
que la naturaleza no determinada en sí misma de una Idea expresa lo problemático del pensar, que no debe confundirse con la
negatividad de una carencia de saber o con la limitación en la marcha de la investigación. Un problema es la positividad de aquello
que acosa al pensamiento en función de su radical complejidad, complejidad inasible para el lenguaje proposicional en virtud de su
multiplicidad ideal. La lógica se vuelve así un cálculo diferencial que determina idealmente las síntesis virtuales o enlaces de
singularidades. La captación de las Ideas no reviste la modalidad de reconocimiento de una objetividad necesariamente unitaria
(para una conciencia también unitaria), sino la experiencia que hace frente a objetividades positivas pero dis-ruptoras del marco
representativo-conceptual-identitario. Esto implica la reunión de las facultades humanas (sensibilidad, memoria, imaginación,
entendimiento) en una colaboración atravesada por la discontinuidad y afectada por el choque de singularidades en la corporalidad y
en el pensar.
En consecuencia, mientras que el binomio virtual-actual impone implicancias críticas para la reducción de la razón al nivel
proposicional, la doctrina esquizoide de las facultades disuelve cualquier unidad que pudiese oficiar de fundamento para la
exploración de la realidad ideal virtual. La onto-gnoseología del empirismo trascendental expresaría una doble negación: un rechazo
de la orientación hacia una formalización del pensamiento similar a la practicada por la corriente del empirismo lógico, como también
un rechazo de la apelación a un campo trascendental genético cortado al talle de una conciencia. Esta doble negación no supone
abdicar de un paso selectivo respecto de los polos frecuentemente invocados en el pensamiento contemporáneo. Si el empirismo
deleuziano contempla la premisa según la cual todo pensamiento deriva de una exterioridad, y que hay entonces un plano existente
al margen de toda representación de él mismo, es a través de una proyección reconstructiva o genética de los principios de todo
fenómeno como puede darse cuenta de la idealidad que existe en la realidad material, como virtualidad de la que derivan las
actualizaciones. Esto supone retomar la idea de una mathesis universal, como postulación de formas que se corresponden sin
semejanza con la esencia virtual de los fenómenos.
Asimismo, en virtud de la afirmación de la jerarquía de toda multiplicidad respecto de lo unitario, el concepto “empirismo” encuentra
una importante rectificación: el plano real existente al margen del pensamiento no ostenta unidad ni homogeneidad alguna, sino que
puede asumirse como serie de estratos, siendo la sensibilidad regular su grado inmediato a la intuición común, pero no el grado
absoluto: esto es, hay un ser de lo sensible, o una instancia trascendental de lo empírico, como sección límite colindante
(heterogénea pero nunca separada por oposición) de la materialidad. De este modo, la objetividad como graduación de series que
actualizan virtualidades y la percepción e intelección como mecanismo de facultades divergentes volcado a una captación y
simbolización, es factible recuperar tanto una rigurosidad en las conceptualizaciones y sistematizaciones de los acontecimientos
reales sin desmedro de la magnitud de la variación y complejidad que atraviesa tales acontecimientos.
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