Aportes para pensar las implicancias de la desigualdad en las dinámicas sociales actuales desde Pierre Bourdieu
Resumen
Nuestro de investigación está centrado en el análisis del potencial transformador o innovador que poseen ciertas prácticas colectivas
dentro del espacio social, tomando como base teórica las elaboraciones de Pierre Bourdieu. Nos proponemos utilizar los conceptos
bourdieuanos para esclarecer cuáles son los elementos constitutivos de las prácticas que permiten pensar la viabilidad de
transformaciones en los procesos de institucionalización de los diferentes campos del mundo social; es decir, el objetivo central del
trabajo consiste en precisar de qué manera el desarrollo de determinado tipo de prácticas puede conducir a cambios o innovaciones
sociales estructurales. Para ello, utilizamos el método analítico comprensivo y crítico comparativo que nos permite rastrear y precisar
el origen, la potencialidad y los condicionantes de las prácticas de resistencia a los determinismos sociales, que pueden encaminar
procesos de cambio a nivel micro (dentro de ámbitos específicos como el educativo, político, artístico, laboral, etc.) y macro
(cuestiones más estructurales del funcionamiento de la sociedad como la economía, distribución del poder, etc.). Dentro de los
objetivos centrales de nuestro trabajo de investigación, nos interesa examinar los modos de acción y diferentes tipos de prácticas de
los agentes a partir de su pertenencia a los campos. En función de ello, pretendemos especificar los aspectos constitutivos de las
prácticas de resistencia que guardan un potencial transformador de las estructuras sociales en la teoría de Bourdieu.
En esta oportunidad queremos exponer algunas consideraciones sobre la temática de la desigualdad que son continuaciones y
profundizaciones de lo presentado el año pasado en las Comunicaciones Científicas. La relevancia de este análisis radica en la
necesidad de comprender el funcionamiento de la dinámica estructural de las sociedades en las cuales los individuos se originan y
desarrollan como agentes sociales. El objetivo de este trabajo es buscar elementos que nos permitan comprender cómo funciona la
desigualdad en la dinámica de las sociedades actuales y, más precisamente, por qué la desigualdad es un factor relevante para
comprender el bienestar social. Para ello establecimos una vinculación entre nuestros estudios de Bourdieu con la propuesta de
Wilkinson y Pickett en su libro Desigualdad. Un análisis de la (in)felicidad colectiva.
Del lado de Bourdieu las sociedades actuales, independientemente del mayor o menor grado de bienestar, son estructuras donde la
diferencia es un elemento constitutivo esencial. Los capitales económico y cultural son los que estructuran principalmente la
dinámica social, pero más específicamente el capital simbólico en juego es el que determina las prácticas y discursos de los agentes.
Aquí nuestro punto de análisis más sustancial estaría dado por la vinculación entre desigualdad y capital simbólico. Por el lado de
Wilkinson y Pickett también sostienen que la desigualdad es un fenómeno estructural de las sociedades actuales y que además es
absolutamente determinante del bienestar subjetivo y objetivo de la población. La tesis que los autores británicos sostienen afirma
que el crecimiento en materia económica de un país o comunidad no garantiza para nada el aumento del bienestar de los individuos.
Si al interior de una sociedad las brechas de desigualdad son muy marcadas, quienes se encuentran en las posiciones más
desfavorables del sistema, por más que tengan las condiciones materiales básicas cubiertas, sufren negativamente esa desigualdad.
El punto crucial para entender esto se encuentra en la vulnerabilidad que constituye nuestra psicología individual; si bien no debe
entenderse en términos de causa-efecto, existe una estrecha relación entre desigualdad y problemas como depresión, ansiedad,
autoestima, etc., que luego se traducen en problemas sociales como obesidad, maternidad prematura, adicciones, delincuencia, etc.
A modo de conclusión parcial afirmamos para pensar en la reducción de los problemas sociales como la violencia, la delincuencia,
las adicciones, la obesidad y todo lo que afecta a las sociedades que tienen ingresos estables, hay que apuntar no sólo a reducir la
desigualdad económica (lo cual es claramente imprescindible), sino que además hay que pensar cómo desajustar esos mecanismos
de imposiciones y legitimaciones arbitrarias sobre las formas de valorar, de hablar, de pensar, de conducirse, de organizarse, que
son los que finalmente determinan las distinciones y jerarquías sociales. Esos mecanismos que benefician a un sector reducido de la
sociedad, condena al resto a esforzarse permanentemente por reducir las distancias al precio de un gran sacrificio. Un bienestar
general o en una sociedad más feliz puede estar vinculado con una sociedad más heterogénea, más plural y menos excluyente.
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