Objetivo 11 ciudades y comunidades sostenibles. El desarrollo sostenible en el urbanismo y el ordenamiento territorial
Resumen
El programa de Naciones Unidas sobre Objetivos para el Desarrollo Sostenible, y las declaraciones sobre
Habitat de la última década, han intentado enfocar la acción global ecológica hacia el equilibrio de las urbes
en su calidad de materialidades precursoras del cambio climático y los problemas ambientales.
Parte de los defectos que se advierten tienen que ver con la generalidad de los aportes generados en dichos
ámbitos políticos, lo cual, no termina de generar lineamientos ni pautas concretas a la hora de determinar
las acciones a seguir.
A partir de toda esa generalidad, y en base a una meticulosa yuxtaposición de fuentes, es menester echar
luz a los fines de germinar algunos paradigmas derivados de los Objetivos, que provean de rutas a los
estados a la hora de generar políticas públicas sectoriales.
En este caso, enfocamos sobre la cuestión demográfica y su importancia estratégica en términos
ambientales y de sustentabilidad.
Los objetivos para el desarrollo sostenible se capilarizan sobre los distintos tópicos que la comunidad
internacional ha priorizado a los fines de generar una implementación expandida del esquema surgido en
el Informe Brundtland (1987) y profundizado en la Declaración de Río de Janeiro, aprobada en la
Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (1992). Con lo cual,
naturalmente ese esquema impacta al seno de todas las construcciones antrópicas culturales en términos de
bienes y actividades.
Las ciudades no son la excepción, y su acomodamiento a la sostenibilidad se hizo prioridad atendiendo a
sus impactos sobre el ambiente natural y la necesidad de conservar la diversidad cultural expresa en las
mismas. Este punto temático ha sido abordado, también, por la encíclica Laudato Si, en sendos párrafos de
su redacción.
Por supuesto, el tratamiento dado está vinculado a la dimensión territorial de las ciudades, niveles actividad,
consumo de energía, emisiones, perfiles sociales, entre otras variables.
Así las cosas, respecto del Objetivo 11, identificamos algunas fórmulas ordenadoras de síntesis, de las
cuales, entendemos pertinente señalar aquellas que se vinculan a la contaminación atmosférica más calidad
del aire y control de emisiones, eficiencia energética más producción y consumo sostenible, la integración
urbana más inclusión social y reducción de las desigualdades.
En términos prácticos de gestión urbana, los gobiernos de la Argentina y los países del Mercosur parecieran
priorizar las problemáticas de la contaminación del aire, consumo energético y desigualdad. En un estudio
de 10 casos testigo del plano gubernamental local, se advierte que un aproximado del 60% de las medidas
o leyes vinculadas a la NUA-HIII se corresponde directa o indirectamente con las líneas mencionadas. Si
bien el instrumento internacional es amplio y generoso, los gobiernos locales apoyan su gestión sobre un
número acotado de ejes que se repiten y profundizan. Esas podrían ser algunas aproximaciones a lo que
sucede en un sector de la aplicación del plan.
Sin embargo, como ya señalábamos en líneas anteriores, todo lo que hemos descripto hasta aquí en relación
a instrumentos de Derecho Internacional Público y Políticas Publicas sobre el Objetivo 11, está centrado en
generar una transición de las ciudades hacia la sostenibilidad sin recabar en la carga demográfica que las
mismas reciben por las dinámicas migratorias vinculadas a múltiples causas.
La comunidad internacional identifica una variación en las características demográficas históricas de la
población mundial (ver reparto población urbana – población rural del Banco Mundial), pero no prioriza
ese dato en la traza de implementación del Objetivo 11. De un análisis crítico, esto último surge como un
aspecto a revisar, pues entendemos que será difícil hacer sostenibles a aquellas ciudades que padecen una
explosión demográfica descontrolada. Con ello queremos poner de relieve que la población que abandona los entornos rurales no desaparece, sino que se convierte en población urbana y, consecuentemente, se
asienta en urbes que tienen una capacidad de asimilación limitada.
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