Geórgica IV
Resumen
Ya el ardiente Sirio calcinando a los indios sedientos fulguraba en el cielo y el ígneo sol había devorado la mitad de su curso; se marchitaban las hierbas y los rayos del sol hacían arder los cóncavos ríos, secas sus gargantas, recalentados hasta el légamo, cuando Proteo desde las ondas marchaba a su acostumbrada caverna; los húmedos pobladores del vasto ponto, brincando a su alrededor, esparcen a lo lejos su amargo rocío. Las focas, somnolientas se extienden dispersas en la playa.
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