Diferenciación fenotípica de complejo Candida albicans y Candida dubliniensis en muestras de exudados vaginales
Resumen
La candidiasis vaginal es una causa frecuente de morbilidad en mujeres en edad fértil
producida por diferentes especies del género Candida, las cuales son consideradas patógenos
oportunistas. Los factores de virulencia que contribuyen a su patogénesis son: adherencia a las
células del huésped, cambio de morfología (de levadura a hifa o pseudohifa), switch o variabilidad
fenotípica (cambio de la morfología colonial, diferencia en la antigenicidad, adherencia, etc.),
secreción de enzimas, formación de biofilm (1).
Los síntomas no son específicos y se pueden asociar a otras infecciones vaginales. Los
más frecuentes son: prurito (casi 90% casos), eritema vulvar acompañado de enrojecimiento,
irritación y una secreción vaginal característica de aspecto grumoso, color blanco-amarillento, sin
olor característico (2).
Los factores predisponentes para desarrollar candidiasis vulvovaginal son: embarazo,
utilización de antibióticos, anticonceptivos orales, dispositivos intrauterinos, diabetes mellitus,
inmunosupresión, aumento del pH vaginal (ejemplo: durante período menstrual y presencia de
semen en las relaciones sexuales). Los factores ambientales vaginales que favorecen la infección
son humedad, calor, fricción y el uso de ropa interior de materiales sintéticos (1).
La especie más frecuentemente aislada en episodios de candidiasis vulvovaginal
(alrededor de 85% casos) pertenece al Complejo C. albicans, pero también Complejo C. glabrata,
C. tropicalis y Pichia kudriavzeii (C. krusei) y Complejo C. parapsilosis, pueden estar implicadas,
aunque con menor frecuencia (3).
En 1995, en Dublín, Irlanda, Sullivan y colaboradores describieron una nueva especie de
Candida, asociada con lesiones orales de pacientes infectados con el virus de la
inmunodeficiencia humana (HIV), a la que denominaron Candida dubliniensis y que se encuentra
relacionada filogenéticamente con Candida albicans. Posteriormente, se hicieron reportes de su
presencia en otras muestras clínicas en pacientes con y sin HIV. Ambas especies comparten
características morfológicas, fisiológicas y presentan patrones bioquímicos similares lo que
dificulta su diferenciación, la cual se realiza a través de pruebas genotípicas (de difícil acceso en
los laboratorios de microbiología clínica) y fenotípicas (4).
Además de presentar un color similar en medios con sustratos cromogénicos, ambas especies
tienen la capacidad de formar tubos germinativos y clamidoconidias en los medios habituales
(agar leche, agar arroz, agar harina de maíz con Tween 80). Sin embargo, una de las
características que las diferencia es la capacidad de desarrollar resistencia frente a fluconazol
que tiene C. dubliniensis, lo cual la hace importante desde el punto de vista clínico ya que
involucra el éxito o el fallo terapéutico (4).
Las pruebas más confiables para distinguirlas son las basadas en técnicas moleculares, pero
la mayoría de los laboratorios no tienen acceso a ellas, por lo que el desarrollo de técnicas
fenotípicas es de gran utilidad. Varios autores han demostrado que los medios que contienen
extractos de semillas y plantas tales como tabaco y extracto de semilla de girasol bajo ciertas
condiciones de cultivo son capaces de diferenciar Complejo C. albicans y C. dubliniensis
mediante la observación macro y microscópica (4,5,6).
En nuestro país no existe aún mucha información acerca de la prevalencia de C. dubliniensis
en distintas instituciones asistenciales (4).
En el presente trabajo se evaluaron métodos fenotípicos como las características morfológicas
de las colonias en el medio agar tabaco, agar semilla de girasol y la observación microscópica de
clamidoconidias con el fin de determinar cuáles permiten diferenciar ambas especies con el fin
de lograr un tratamiento adecuado.










