El laboratorio como territorio formativo en el contexto de aplicación de la Documentología
Resumen
El presente trabajo se inscribe en el proyecto “La actividad tecnocientífica en diversos ámbitos disciplinares. Una mirada sobre los
sujetos y sus prácticas” (PI: 20H006), llevado adelante por el Grupo de Estudios en Disciplinas y Formación Disciplinar de la UNNE.
La investigación aborda diversas áreas del conocimiento científico, entre ellas la Criminalística. En este sentido, esta presentación
enfatiza en la Documentología, que es la parte de la Criminalística dedicada al análisis de los documentos.
Como parte de las problemáticas abordadas, la investigación trabaja sobre la formación disciplinar en la Documentología, y se
propone analizar la formación de los profesionales en Documentología en los espacios de ejercicio laboral.
Para responder al objetivo se ha propuesto un estudio de casos, en el que se han realizado entrevistas semiestructuradas a cuatro
profesionales del área de la Documentología.
Son diversos los espacios de actividad de los documentólogos, mas destaca el laboratorio documentológico, lugar donde el perito
tiene encuentro con el objeto para abordarlo, analizarlo y construir de él un dato nuevo, con el que pueda responder la solicitud
pericial. Asimismo, dado que en una pericia participan, a menudo, más de un analista, en este espacio también se producen
encuentros entre profesionales, generándose intercambios, debates y una construcción colaborada del conocimiento.
Este proceso formativo donde el conocimiento lo construyen dos profesionales, a partir de los intercambios gestados en el estudio
del objeto, se denomina coformación. Asimismo, en términos del objeto solamente aquellos casos que interpelan los saberes del
documentólogo promueven una formación en la profesión. Desde la perspectiva de Schön (1987), estas instancias son situaciones
indeterminadas de la profesión, y promueven en el sujeto una reflexión en el hacer.
La indeterminación del caso lleva al perito a buscar el acompañamiento del otro, y el territorio por excelencia donde ocurren los
intercambios es el laboratorio. En este sentido, el tipo de actividad profesional proyecta dos configuraciones del espacio. Por un lado,
en la profesión de laboratorio estatal, el documentólogo cuenta con un lugar establecido y delimitado para realizar sus prácticas, con
instrumentales brindados por la institución. En cambio, el perito autónomo cuenta con los dispositivos que puede dotarse, y los que el
colega le comparte. Por lo general, no cuentan con un espacio definido para las prácticas, sino que acondicionan el lugar para
resignificarlo en un laboratorio.
El instrumental es esencial en la configuración del espacio. Por un lado, da sentido al espacio, en tanto el territorio se constituye
alrededor de estos dispositivos. Asimismo, el sujeto construye una relación profunda con sus dispositivos, otorgándole un valor
afectivo; llegando hasta darle un estatus casi humano al equipamiento. Asimismo, en el proceso coformativo el aporte del otro
también está mediado por lo afectivo y emocional. Además del reconocimiento del otro, a menudo, quien colabora con el analista es
una persona cercana con la que ha tenido múltiples experiencias de trabajo en la profesión.
En conclusión, el laboratorio trasciende como un territorio formativo en el contexto de aplicación de los documentólogos. El analista
aquí tiene la oportunidad de abordar el objeto, y si la situación lo permite, resignificar sus propios saberes en función de la
indeterminación del caso. Asimismo, el espacio funge como un lugar de encuentro entre los profesionales, habilitando instancias
coformativas entre los documentólogos.