Eduarda Mansilla y los múltiples nombres que la nombran. Hacia la vindicación de identidades femeninas
Resumen
En el siglo decimonónico argentino una mujer distinguida se arroja a la aventura de la
intelectualidad. Su osadía traspasa esa compleja frontera que separa a lo posible de lo no posible
para las mujeres de estos tiempos, ya que va por el todo, y desafía a los varones de su tiempo con
la escritura de ficciones en géneros tradicionalmente pensados para lo masculino.
Eduarda Mansilla de García es temeraria, inteligente y estratégica. Estas cualidades se evidencian
en el transcendental uso del nombre propio a lo largo de su trayectoria.
Muchas escritoras contemporáneas de Eduarda emplearon, en algún momento, el recurso de la
afonía, del ocultamiento de la verdadera identidad del autor; dado que esto permitía la
posibilidad de la publicación. Así, el uso del seudónimo se transformó en un signo representativo
que viabilizaba la exhibición pública de escritos de mujeres.
Así lo expone Batticuore (2005: 229):
Podría decirse que, tanto en América como en Europa, a lo largo del siglo XIX el
seudónimo femenino expresó un recaudo contra la amenaza siempre latente de una
condena a la mujer y desde luego a la artista. Sin embargo, no siempre su elección
responde al pudor real o a la timidez extrema por parte de una autora que encuentra en
este recurso la manera de resguardar su cuestionable apetencia de ser leída. La adopción
del seudónimo responde a móviles diversos en cada caso, pero casi siempre presenta
motivos y entramados complejos de desentrañar.