Ciencia, arte y prácticas de conocimiento
Resumen
Nuestras prácticas académicas corroboran a menudo un
discurso teórico que concibe la ciencia, el arte y el conocimiento
en general, como actividades separadas, con sus
modalidades propias de experiencia y de producción. No
obstante, desde el mismo discurso, se reconoce a veces el
componente imaginativo e inventivo de las acciones por
las que los hombres construyen enunciados científicos sobre
el mundo, crean imágenes u objetos artísticos de manera
individual o colectiva y, de distintos modos, generan
opiniones e informaciones públicas, tanto de la naturaleza,
como de la sociedad en la que viven. Más allá de las diferencias,
se argumenta que las tres actividades poseerían un
elemento igualador en cuanto constitutivamente creativas.
Sin embargo, en la medida en que el producto de ellas difiere
se mantiene una división del trabajo que las termina
colocando en planos completamente separados o antagónicos.
Se refuerza así la visión dominante que identifica la
ciencia con el saber racional y empíricamente demostrado;
que reduce el arte a estilos diferentes de creación subjetiva,
y que asume el conocimiento en términos de relaciones
explicitables entre un agente –sujeto o comunidad– y
el mundo –natural o social-. En consecuencia, se sostiene
que, mientras la ciencia describe y explica objetivamente
hechos o estados de cosas, y el arte expresa sensaciones
y sentimientos subjetivos, el conocimiento no hace sino
reflejar de forma universal nuestra experiencia humana de
las cosas traduciéndolas en ideas, conceptos o teorías.