Los sentidos de la disputa por el territorio en América Latina : itinerarios, reflexiones y experiencias locales
Resumen
Los procesos socio-económicos a nivel global parecen cada vez más responder a un modelo de
“acumulación por desposesión”, en términos de David Harvey. Este teórico propone ampliar la
noción de “acumulación originaria”, acuñada por Karl Marx en referencia al proceso de génesis del
capitalismo, para incluir los mecanismos de funcionamiento de ese mismo sistema en la actualidad.
Frente a las crisis de sobreacumulación como la actual, sostiene Harvey, la dinámica del capital ya
no se basaría centralmente en la reproducción ampliada (a través de la explotación del trabajo vivo
en la producción), sino sobre todo en la acumulación a través de la violencia, la expropiación
económica, la destrucción de territorios y la depredación ambiental (Harvey, 2004). De este modo,
la acumulación por desposesión permitiría mantener los niveles de consumo y las tasas de ganancia,
al compensar la incapacidad crónica de sostener el capitalismo a través de la reproducción
ampliada.
En América Latina, además, lo anterior se conjuga con una demanda cada vez mayor de materias
primas o bienes de consumo por parte de los países desarrollados. Esto implica la expansión del
modelo extractivo exportador en nuestro continente, sobre la base de una explotación desmedida de
los recursos naturales no renovables y la constante expansión de las fronteras del capital hacia
nuevos territorios (las fronteras agrícola, petrolera, minera, energética, forestal). En definitiva, la
coyuntura actual termina por definir como principal eje de disputa la cuestión del territorio y la
apropiación de los recursos naturales (Svampa, 2010).
La nueva etapa se expresa concretamente en la multiplicación de los proyectos de megaminería a
cielo abierto, las grandes represas, los proyectos de infraestructura interestatal, la privatización de
tierras, el boom de los agronegocios y los biocombustibles. En su conjunto, estos proyectos
“destruyen y reorientan la economía de pueblos enteros, sus estilos y condiciones de vida, y
amenazan en el mediano plazo la sustentabilidad ecológica” (Svampa, 2009).