Performance y corporalidad. La expresión corporal como denuncia de la violencia machista
Resumen
La presente investigación propone el análisis de los efectos que causa la violencia machista sobre las corporalidades de las mujeres,
desde un enfoque teórico-práctico y crítico del arte contemporáneo, tomando como objeto de estudio a las performances con
perspectiva de género llevadas a cabo en la ciudad de Resistencia, Chaco. Se propone explicitar de qué modo el carácter
performativo de este lenguaje artístico permite visibilizar la violencia machista y denunciar a través de la expresión corporal las
operaciones de inscripción de dicha violencia en las “cuerpas” de sus víctimas. Se parte de una lectura crítica de las fuentes y
propuestas estéticas seleccionadas de la muestra, desde la interpretación del lenguaje performativo basado en una estructura
argumentativa que cuenta con la teoría de la performatividad de género de Judith Butler, en relación a la noción de poder que
desarrolla Michel Foucault. A partir de allí se plantea un cuestionamiento a la representación de la violencia machista como entidad
definida o asunto privado, para expandir su noción hacia una cuestión institucional del poder, extrapolando sus elementos: las
relaciones de poder y la configuración de subjetividades que se desplazan en medios institucionales. Estos están destinados a dar
lugar y a participar activamente de los servicios sociales por lo que contribuyen transversalmente en el control de los individuos que
los transita, determinando el modo en el que, a través de componentes y mecanismos de poder, se construye el cuerpo. En este
caso se hace hincapié en el modo en el que se construyen las corporalidades femeninas que reflejan prácticas machistas
naturalizadas, lo que se sustenta en la teoría de la performatividad de género propuesta por Judith Butler quien vincula tres ejes
específicos: el género, el cuerpo y la política. En este sentido el género es entendido como práctica situacional debido al efecto de la
construcción de un cuerpo constituido por conductas, actitudes, posturas, gestos y acciones propias de un cuerpo “femenino”. La
existencia del género se determina como performativo en tanto hablamos, caminamos y actuamos en función de lo que el mismo por
característica propia demanda, como una supuesta realidad natural, un fenómeno producido y reproducido constantemente a través
de normas que son establecidas y controladas por poderes institucionales y prácticas informales, por lo tanto, es considerada como
una negociación con el poder y sus modos de actuar son efectos de esta negociación. En la producción de performances de género
ya sea en un contexto artístico o social, el cuerpo femenino es utilizado como medio y herramienta para, a través de experiencias
estéticas, expresar y criticar las prácticas de dominación naturalizadas en las posturas, los comportamientos y las conductas más
cotidianas que las constituyen. El lenguaje performático se sitúa como herramienta para denunciar y manifestar estas formas de
construir subjetividades y por lo tanto corporalidades que se ponen en práctica socialmente, quienes trabajan con este lenguaje
actualizan las percepciones acerca de sí mismas/os y construyen significaciones, desde lo físico-estético, hasta sus fines,
capacidades, roles y habilidades. Como todo lenguaje corporal, actúa a través de modos de disciplinamiento, esto hace que se
construyan cuerpos aptos y/o eficaces para determinadas formas de movimiento y finalidades. Por lo tanto, los cuerpos, las
identidades y las subjetividades están en relación con las percepciones del mundo y de la época, que en este caso pretenden
reflejar, a través de propuestas performaticas visiones que responden a un poder que sostiene una sociedad patriarcal.