Fuentes para el desarrollo de la historia regional. El acervo documental del Archivo General de la provincia de Corrientes
Fecha
2021Autor
Arágor, Walter Osvaldo
Cabrera Segovia, Virginia
Metadatos
Mostrar el registro completo del ítemResumen
El desarrollo de las ciencias sociales ha posibilitado la organización
de numerosas instituciones encargadas de localizar, recuperar y catalogar
fuentes de información, propiciando el perfeccionamiento de todas las
disciplinas que estudian al hombre.
Las fuentes constituyen la materia prima del historiador y se
tornan significativas para la reconstrucción de la historia regional. El
historiador local y el historiador regional deben estar adiestrados en
el uso de cualquier tipo de fuentes, pues su tarea con seguridad lo va a
enfrentar por igual con documentación histórica de archivo, con prensa,
correspondencia privada, mapas, planos, obras de arte, testimonios
orales y hasta con objetos y piezas de la vida cotidiana, que le ilustrarán sobre los fenómenos que deba
estudiar (Medina Rubio, 1983).
Waíter Osvaldo Arágor
Virginia Cabrera Segovia
UNNE
La interpretación con la que los historiadores pretenden comprender y explicarnos los hechos
del pasado puede expresarse en múltiples escalas, desde la microhistoria hasta la historia mundial
o universal. Dentro de este abanico de posibilidades encontramos la historia regional. Pero antes de
avanzar en una posible conceptualización de esta perspectiva, es necesario en primer lugar definir a que
nos referimos con “región”.
La noción de región, comenzó a desarrollarse entre los siglos XIX y XX, con los trabajos de Vidal de
la Blache. Durante los últimos años este concepto fue evolucionando hasta convertirse en un campo donde
se debaten no sólo concepciones geográficas o naturales, sino concepciones propias de las ciencias sociales.
Cuando hacemos referencia a la región como objeto de estudio de la historia regional, podemos
definirla como “los espacios de circulación de bienes y personas, del desarrollo y dinámica de los
mercados, de las articulaciones y relaciones de interdependencia, especializaciones, estructuras sociales
y de poder, modalidades de acumulación, formación de clases y sistemas de dominación, con una
mirada holística que supera la fragmentación entre historias sectoriales” (Leoni, 2015, p.175). Es decir,
la definición de región depende de la especificidad de la realidad histórica que se aborda; es entonces
cuando se determina espacial y temporalmente.
De la misma manera que el concepto de región ha sufrido modificaciones, desde mediados de los
noventa se asiste a una renovación historiográfica que pretende una revisión del diseño centralista que
ofrecen las historias nacionales, que colocan a Buenos Aires, como eje exclusivo de todo el pasado del país.
“En este ambiente renovado de la historiografía, la preocupación por el papel de las regiones históricas
ha ganado terreno y ha enfrentado la concepción que tendía a centrar en Buenos Aires la explicación de
la historia nacional” (Maeder, 1982, p.15). Esta nueva perspectiva historiográfica es lo que se ha dado a
llamar, Historia Regional. Martínez Assad (2006) sostiene que la historia regional es aquella cuyo espacio
es definido por la misma investigación y permite, desde la región, contribuir a entender el devenir nacional.
Es sobre todo una cuestión de perspectiva que se opone a la mirada centralista y observa a la sociedad en
su conjunto en un periodo determinado para discernir el acontecer regional, donde los actores se definen
en relación con un adversario al que se enfrentan por el control de la historicidad (p. 214).
En la Argentina, los estudios regionales comenzaron a extenderse a raíz de la expansión de las
universidades y centros de investigación. “A esta renovación de la historia regional han contribuido
diferentes disciplinas sociales como la economía, la demografía, la sociología, la antropología, la teoría
literaria, los estudios culturales y las ciencias políticas. Por otra parte, este desarrollo también se vio
favorecido con el mejoramiento de los archivos locales, las políticas estatales de descentralización de
centros de educación superior, el intercambio académico de los historiadores en congresos y reuniones
y los proyectos colectivos de investigación multidisciplinar” (Solís Carnicer, 2015, p. 165).
En el origen de la historia regional argentina, se le puede situar a Carlos Sempat Assadourian
como uno de los precursores. Sus estudios de los mercados internos en las décadas de 1960 y 1970,
abrieron una nueva línea de análisis en la historiografía argentina. Sus trabajos tenían como centro a
diferentes problemáticas propias de la historia económica-social desde una perspectiva regional. “La
idea de espacio económico, que este autor delimitó en términos del análisis empírico, entendiendo a
éste como un sistema de relaciones internas y externas que podían modificarse a lo largo de diferentes
períodos históricos, habilitó un “complejo analítico” que, si bien resaltaba que tal espacio estaba definido
por la circulación de mercancías, también otorgaba coherencia al estudio de las relaciones políticas,
económicas y sociales en él desplegadas. De este modo la región aparecía conceptualizada como un
denso conjunto en el que se imbricaban elementos de signo diverso, como un sistema de articulaciones
económicas, sociales, políticas y culturales” (Fernández, 2015, p. 194).
A mediados de la década de 1980, luego de la recuperación democrática se renueva el interés por
activar la investigación histórica y continuar con la línea que Assadourian había iniciado, surgiendo el
acercamiento a nuevas problemáticas que no habían sido abordadas anteriormente.
En la región Nordeste, el esfuerzo por dar caracteres históricos al conjunto de provincias que
conforman dicho espacio, (Chaco, Corrientes, Formosa y Misiones) fue realizado por investigadores,
historiadores y geógrafos pertenecientes a la Universidad Nacional del Nordeste. Entre los cuales,
Ernesto Maeder fue uno de sus grandes impulsores. “En la Revista de Estudios Regionales, editada por
el Programa de Estudios Regionales, el historiador Ernesto Maeder publicó, en la década de 1970, una
“Breve historia del Nordeste Argentino en su relación con Paraguay y Río Grande do Sul”, que constituye
una de las primeras formulaciones de la región histórica del Nordeste” (Leoni, 2016, p. 33).
Sin embargo, más allá de este esfuerzo se ha llegado a la conclusión que “el NEA no constituye
una región histórica y ni siquiera una región geográfica. Es si, un sector territorial definido del mapa de
la república, que incluye, como se sabe, las provincias del Chaco, Formosa, Corrientes, Misiones y los
departamentos del norte de Santa Fe, y cuya funcionalidad ha sido establecida a fin de facilitar el mejor
manejo de ciertas áreas de gobierno que requieren acuerdos parciales” (Maeder, 1982, p.18).
Se advierten tres procesos diferentes. Por un lado, la región Chaqueña con sus particularidades
constituye una región histórica. Corrientes, por su parte, estuvo más ligada políticamente a Entre Ríos y
a Buenos Aires, que, a las regiones del Chaco y Misiones, lo que afirma la teoría que lo que hoy llamamos
Nordeste, está muy lejos de ser una verdadera región histórica.
El estudio de las regiones históricas conlleva la necesidad de contar con bibliografía, bibliotecas y
archivos bien dotados. De allí la importancia del acervo documental del Archivo General de la Provincia
de Corrientes para la investigación y reconstrucción de la historia regional.